Dios quiere cuidar de nosotros, pero para permitírselo, nosotros debemos dejar de cuidarnos.
Muchas personas quieren que Dios se ocupe de ellas mientras se preocupan o tratan de encontrar una respuesta, en lugar de esperar la dirección de Dios.
En realidad, lo que hacen es revolcarse en sus propias “cenizas” y aún así, pretenden que Dios les dé gloria.
Para que Dios nos dé de su gloria debemos darle las “cenizas”.
Le entregamos nuestras preocupaciones confiando en que Él puede y habrá de cuidar de nosotros.
Le entregamos nuestras preocupaciones confiando en que Él puede y habrá de cuidar de nosotros.
Hebreos 4:3 dice:
“En tal reposo entramos los que somos creyentes (los que unimos, confiamos y descansamos en Dios)…”
Entramos en el reposo de Dios a través de la fe.
Entramos en el reposo de Dios a través de la fe.
La preocupación es lo opuesto a la fe.
La preocupación nos roba la paz, nos desgasta físicamente y puede aun enfermarnos.
Si estamos preocupados, no confiamos en Dios, y tampoco entramos en su reposo.
¡Qué gran negocio!
¡Qué gran negocio!
Tú le das a Dios cenizas, y Él te da gloria.
Le entregas todas tus preocupaciones y problemas, y Él te da protección, estabilidad, un lugar de refugio y plenitud de gozo, el privilegio de ser cuidado por Él.
Jesús no se preocupó, y nosotros tampoco debemos hacerlo.
Jesús no se preocupó, y nosotros tampoco debemos hacerlo.
Salmos 91:
1El que habita al abrigo del Altísimo, se acoge a la sombra del Todopoderoso (cuyo poder ningún enemigo puede frenar).
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