jueves, 21 de febrero de 2013

Como fue inventado el pueblo judío


Como fue inventado el pueblo judío: Un libro importante de Shlomo Sand

Una lluvia de insultos fustigó en Israel a Shlomo Sand cuando él publicó un libro cuyo título “Como fue inventado el pueblo judío” desmonta mitos bíblicos que son cimiento del Estado sionista de Israel.
Shlomo Sand
Profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de Tel Aviv niega que los judíos constituyan un pueblo con un origen común y sustenta que fue una cultura específica y no la descendencia de una comunidad arcaica unida por lazos de sangre el instrumento principal de la fermentación protonacional.
Para él, el “Estado judaico de Israel” lejos de ser la concretización del sueño nacional de una comunidad étnica con más de 4000 años fue hecho posible por una falsificación de la historia dinamizada en el siglo XIX por intelectuales como Theodor Herzl.
En tanto académicos israelíes insisten en afirmar que los judíos son un pueblo con un ADN propio, Sand, basado en una documentación exhaustiva, ridiculiza esa tesis acientífica.
No hay además puentes biológicos entre los antiguos habitantes de los reinos de Judea y de Israel y los judíos de nuestro tiempo.
El mito étnico contribuyó poderosamente para el imaginario cívico. Sus raíces de sumergen en la Biblia, fuente del monoteísmo hebraico. Tal como la Ilíada, el Antiguo Testamento no es obra de un único autor. Sand define la Biblia como “biblioteca extraordinaria” que habrá sido escrita entre los siglos VI y II antes de Nuestra Era.
El mito principia con la invención del “pueblo sagrado” a quien fue anunciada la tierra prometida de Canaán.
Carece de cualquier fundamento histórico el interminable viaje de Moisés y de su pueblo rumbo a Tierra Santa y su conquista posterior. Es necesario recordar que el actual territorio de Palestina era entonces parte integrante del Egipto faraónico.
La mitología de los sucesivos exilios, difundida a través de los siglos, acabó por ganar la apariencia de verdad histórica. Pero fue forjada a partir de la Biblia y ampliada por los pioneros del sionismo.
Las expulsiones en masa de judíos por los Asirios son una invención. No hay registro de ellas en fuentes históricas creíbles.
El gran exilio de Babilonia es tan falso como el de las grandes diásporas. Cuando Nabucodonosor tomó Jerusalén destruyó el Templo y expulsó de la ciudad un segmento de las elites. Pero Babilonia era hace mucho la ciudad de residencia, por opción propia, de una numerosa comunidad judaica. Fue ella el núcleo de las creatividades de los rabinos que hablaban arameo e introducían importantes reformas en la religión mosaica. Es importante notar que solamente una pequeña minoría de esa comunidad volvió a Judea cuando el emperador persa Ciro conquistó Jerusalén en el siglo VI de Nuestra Era.
Cuando los centros de la cultura judaica de Babilonia se disgregaron los judíos emigraron para Bagdad y no para la “Tierra Santa”.
Sand dedica atención especial a los “Exilios” como mitos fundadores de la identidad étnica.
Las dos “expulsiones” de los judíos en el periodo Romano, la primera por Tito y la segunda por Adriano, que habrían sido el motor de la gran diáspora, son tema de una reflexión profunda del historiador israelense.
Los jóvenes aprenden en las escuelas que “la nación judaica” fue exiliada por los Romanos después de la destrucción del II Templo por Tito, y posteriormente, por Adriano en 132. Por si sólo el texto fantasioso de Flavio Josefo, que da testimonio de la revuelta de los zelotas, quita credibilidad de esa versión, hoy oficial.
Según él, los romanos masacraron entonces 1.100.000 judíos y aprendieron a 97.000. Eso en una época que la población total de Galilea era según los demógrafos actuales muy inferior al medio millón.
Las excavaciones arqueológicas de las últimas décadas en Jerusalén y en Cisjordania crearon además problemas insuperables a los universitarios sionistas que “explican” la historia del pueblo judío tomando la Torah y la palabra de los Patriarcas como referencias infalibles. Los desmentidos de la arqueología perturbaron a los historiadores. Quedó probado que Jericó era apenas poco más que una aldea sin las poderosas murallas que la Biblia cita. Las revelaciones sobre las ciudades de Canaán alarmaron también a los rabinos. La arqueología moderna sepultó el discurso de la antropología social religiosa.
Shlomo Sand1
En Jerusalén no fueron siquiera encontrados vestigios de las grandiosas construcciones que según el Libro la transformaron en el siglo X, Antes de Nuestra Era, la época dorada de David y Salomón, en la ciudad monumental del “pueblo de Dios” que deslumbraba a cuantos la conocían. Ni palacios, ni murallas, ni cerámica de calidad.
El desenvolvimiento de la tecnología del carbono 14 permitió una conclusión. Los grandes edificios de la región Norte no fueron construidos en la época de Salomón.
“No existe en realidad ningún vestigio – escribe Shlomo Sand- de la existencia de ese rey legendario cuya riqueza es descrita por la Biblia en términos que hacen de él casi un equivalente de los poderosos reinos de Babilonia y de Persia”. Si una entidad política existió en Judea del siglo X antes de Nuestra Era, acredita el historiador, solamente podría ser una microrealeza tribal y Jerusalén apenas una pequeña ciudad fortificada.
Es también significativo que ningún documento egipcio refiera a la “conquista” por los judíos de Canaán, territorio que entonces pertenecía al faraón.
El silencio sobre las conversiones
La historiografía oficial israelí, al erigir en dogma la pureza de la raza, atribuye a las sucesivas diásporas la formación de comunidades judaicas en decenas de países.
La Declaración de Independencia del Israel afirma que, obligados a ello, los judíos se esforzaron a los largo de los siglos por regresar al país de sus antepasados. Se trata de una mentira que falsifica groseramente la Historia.
La gran diáspora es ficcional, como las demás. Después de la destrucción de Jerusalén y la construcción de Aelia Capitolina solamente una pequeña minoría de la población fue expulsada. La aplastante mayoría permaneció en el país.
¿Cuál es el origen entonces de los antepasados de unos 12 millones de judíos hoy existentes fuera de Israel?
En la respuesta a esta pregunta, el libro de Shlomo Sand, destruyó simultáneamente el mito de la pureza de la raza, esto es de la etnicidad judaica.
Una abundante documentación reunida por historiadores de prestigio mundial revela que en los primeros siglos de Nuestra Era hubo masivas conversiones al judaísmo en Europa, en Asía y África.
Tres de ellas fueron particularmente importantes e incomodan a los teólogos israelíes.
El Corán establece que Mahoma encontró en Medina, en la fuga de la Meca, grandes tribus judaicas con las cuales entro en conflicto, acabando por expulsarlas. Pero no aclara que en el extremo Sur de la Península Arábiga, en el actual Yemen, el reino de Hymar adoptó el judaísmo como religión oficial. Cabe decir que llegó para quedarse. En el siglo VII el Islam se implantó en la región pero, transcurridos trece siglos, cuando se formó el Estado de Israel, decenas de millares de yemenitas hablaban el árabe, pero continuaban profesando la religión judaica. La mayoría emigró para Israel donde, además, es discriminada.
En el Imperio Romano, el judaísmo también creo raíces. El tema mereció la atención del historiador Dión Cassius y del poeta Juvenal.
En la Cirenaica, la revuelta de los judíos de la ciudad de Cirene exigió la movilización de varias legiones para combatirla.
Pero fue sobre todo en el extremo occidental de África que hubo conversiones en masa a la religión rabínica. Una parte ponderable de las poblaciones bereberes se adhirió al judaísmo y a ellas se debe su introducción en el Al Andalus.
Fueron esos magrebinos los que difundieron en la Península el judaísmo, los pioneros de los sefarditas que, después de la expulsión de España y Portugal, se exiliaron en diferentes países europeos, en África musulmana y en Turquía.
Shlomo Sand2
Más importantes por sus consecuencias fue la conversión al judaísmos de los Jázaros, un pueblo nómada turcófono, emparentados con los hunos, que viniendo del Altai, se fijó en el siglo IV en las estepas del bajo Volga.
Los Jázaros, que toleraban bien el cristianismo, construyeron un poderoso estado judaico, aliado de Bizancio en las luchas del imperio Romano de Oriente contra los Persas Sassanidas.
Ese olvidado imperio medieval ocupaba un área enorme, del Volga a Crimea y del Don al actual Uzbekistán. Desapareció de la Historia en el Siglo XIII cuando los Mongoles invadieron Europa destruyendo todo por donde pasaban. Millares de Jázaros, huyendo de las Hordas de Batu Khan, se dispersaron por Europa Oriental. Su principal herencia cultural fue inesperada.
Grandes historiadores medievalistas como Renan y Marc Bloch y el escritor húngaro-ingles Arthur Koestler identifican en los Jázaros a los antepasados de los asquenazíes cuyas comunidades en Polonia, en Rusia y en Rumanía vendrían a desempeñar un papel crucial en la colonización judaica de Palestina.
Un estado Neofascista
Según Nathan Birbaum, el intelectual judío que invento en 1891 el concepto de sionismo, es la biología y no la lengua y la cultura quien explica la formación de las naciones.
Para él la raza es todo. Y el pueblo judío habría sido casi el único en preservar la pureza de la sangre a través de los milenios.
Murió sin comprender que esa tesis racista, al prevalecer, apagaría el mito del pueblo sagrado electo por Dios.
Porque los judíos son un pueblo hijo de una cadena de mestizajes. Lo que les confiere una identidad propia y una cultura y la fidelidad a una tradición religiosa enraizada es la falsificación de la Historia.
En los pasaportes del estado Judaico de Israel no es aceptada la nacionalidad de israelí. Los ciudadanos de pleno derecho escriben “judío”. Los palestinos deben escribir “árabe”, nacionalidad inexistente.
Shlomo Sand3
Ser cristiano, budista, mazdeista, musulmán, o hindú resulta de una opción religiosa, no es una nacionalidad. El judaísmo tampoco es una nacionalidad.
En Israel no hay casamiento civil. Para los judíos es obligatorio el casamiento religioso, aunque sean ateos.
Esta aberración es inseparable de muchas otras en un Estado confesional, etnocracia liberal construida sobre mitos, un Estado que cambió el yiddish, hablado por los pioneros del “regreso a Tierra Santa”, por el sagrado hebraico de los rabinos, desconocido del pueblo de Judea que se expresaba en arameo, la lengua en que la Biblia fue redactada en Babilonia y no en Jerusalén.
El “Estado del Pueblo Judío” se asume como democrático. Pero la realidad niega la ley fundamental aprobada por el Knesset. No puede ser democrático un Estado que trata como parias de nuevo tipo al 20% de la población del país, un Estado nacido del monstruoso genocidio en tierra ajena, un Estado cuya práctica presenta matices neofascistas.
El libro de Shlalom Sand sobre la invención del Pueblo Judío es, además de un lúcido ensayo histórico, un acto de coraje. Aconsejo su lectura a todos aquellos para quien el trazo de la frontera de la opción de izquierda pasa hoy por la solidaridad con el pueblo mártir de Palestina y la condena al sionismo.

LO MEJOR DE LA RED

Publicado en:  www.publico.es  el 2 de junio de 2008

El historiador israelí Shlomo Sand cuestiona varios de los mitos oficiales del sionismo en su libro Cuándo y cómo se inventó el pueblo judío.

Las tesis que defiende Shlomo Sand han mantenido a su libro en las listas de los más vendidos durante un mes.Shlomo Sand, profesor de Historia de Europa en la Universidad de Tel Aviv, acaba de publicar “Cuándo y cómo se inventó el pueblo judío”, donde cuestiona algunos principios de la historia sionista oficial.
El libro se ha mantenido cuatro semanas en la lista de los más vendidos en Israel, algo que Sand no acaba de entender. A cambio ha tenido pagar el peaje de recibir anónimos donde se le amenaza e insulta, llamándole kelev natzi masria (perro nazi apestoso) y otras lindezas. Sin embargo, no parece muy preocupado. El libro contiene dos tesis que en el pasado tuvieron cierto predicamento, también entre historiadores sionistas, pero que hoy han sido archivadas: que los actuales judíos provienen de pueblos paganos que se convirtieron al judaísmo lejos de Palestina, y por lo tanto no descienden de los antiguos judíos, y que los palestinos árabes son los únicos descendientes de los antiguos judíos.

Decir que el pueblo judío es una invención del siglo XIX parece una provocación.

A finales del XVIII y principios del XIX surgió el nacionalismo, y en la segunda parte del XIX se cimentó la idea del nacionalismo judío. Los franceses sabían que su pueblo existía desde los galos, los alemanes sabían que su pueblo existía desde los teutones, y los judíos empezaron a pensar que eran un pueblo desde el segundo Templo.

Y en su opinión eso no es correcto.

Sostengo que eso es una “invención”, de la misma manera que no creo que hubiera un pueblo francés hace 250 años. La mayoría que vivía en el reino francés no sabían que eran franceses, incluso no lo sabían en la primera mitad del siglo XIX.

Sin embargo, los judíos siempre han tenido una identidad.

No creo que haya habido un pueblo judío hasta recientemente. Incluso le diré que ni siquiera pienso que hoy haya un pueblo judío.

¿Por qué?

La Biblia no es un libro histórico, es un libro de teología. Fueron los protestantes, y luego los judíos, los que convirtieron la Biblia en un libro de historia.

¿El pueblo judío es una invención cristiana?

Así es. Pongamos por ejemplo el supuesto exilio judío. El exilio nunca existió. Cuando los romanos destruyeron el Templo en el año 70 de la era cristiana, no expulsaron a los judíos por la fuerza. Los romanos nunca exiliaron a pueblos, algo que sí hicieron los asirios y los babilonios con algunas elites.

¿Cuándo empezó entonces esa versión de la historia?

La historia sionista tomó un mito cristiano del mártir Justino, que fue el primero que dijo, en el siglo III, que Dios había castigado a los judíos con el exilio porque no aceptaron a Jesús. Esa es la primera vez que afirma que los judíos fueron deportados.

Entonces, no hubo deportación…

Es cierto que los romanos no permitieron a los judíos que vivieran en Jerusalén, pero los cristianos crearon la fantasía de que no se les permitió vivir en toda Judea. La raíz del mito del exilio judío es cristiana. Nunca hubo exilio. No hay ningún libro científico que lo diga. En los billetes de 50 shekels se dice que Tito deportó a los judíos, pero es un mito.

Esto va en contra de lo que se dice comúnmente.

Así es, aunque ahora hay historiadores que dicen “Bueno, no hubo exilio pero sí que hubo emigración”. Lo cierto es que como los griegos y los fenicios, los judíos viajaron por el Mediterráneo…

¿Acaso no es cierto? En España ya había judíos en aquella época.

Antes de Jesucristo había en Palestina entre medio millón y un millón de judíos. La inmensa mayoría, un noventa por ciento, o quizás un noventa y cinco por ciento, eran campesinos. Los judíos no eran como los fenicios o los griegos, no viajaban tanto como ellos por el mar. La proporción de los que salieron es infinitamente muy pequeña.

¿Incluso después de la destrucción del Templo en el año 70?

Incluso entonces. Lo que ocurrió antes del 70, en el periodo que va de los Macabeos a Adriano, es que el judaísmo comenzó a dispersarse. Atención, el judaísmo fue el que se dispersó, no los judíos. Es cierto que salieron comerciantes y soldados que llevaron consigo la idea monoteísta, pero no fueron muchos. Los Macabeos conquistaron Edom y obligaron por la fuerza a sus habitantes a convertirse al judaísmo. Lo mismo ocurrió en Galilea. Desde el siglo II antes de Cristo hasta el siglo II después de Cristo, el judaísmo fue el primer monoteísmo proselitista.

¿Ocurrió lo mismo en la diáspora?

En el Mediterráneo, a finales del siglo I después de Cristo había cuatro millones de creyentes judíos. Es en ese periodo proselitista cuando el judaísmo se proyecta en el Mediterráneo.

¿Quiere decir que la mayoría de los judíos del Mediterráneo no venían de Palestina?

Efectivamente, la inmensa mayoría no venían de Palestina. Eran conversos. Desde la época de Adriano, en el siglo II, se experimentó una caída drástica del número de judíos porque muchos se convirtieron al cristianismo. De cuatro millones de creyentes judíos se bajó a un millón.

¿Se convirtieron al cristianismo?

Y lo que voy a decir ahora está relacionado con España. A principios del siglo IV se produce la victoria del cristianismo con Constantino y decrece el número de judíos. El judaísmo prevalece sobre todo en Palestina, en Babilonia y en el norte de África. En el norte de África, en el siglo VII, cuando llega el islam, quienes luchan contra el islam son los judíos. Hay una reina judía bereber, Dahia Kahina, que luchó contra los musulmanes. El historiador árabe Ibn Jaldun menciona que en la zona había tribus judías muy populosas. La reina Kahina murió luchando contra los musulmanes en 694. Tariq ibn Ziyad, el conquistador de España en 711, era bereber. Hay muchos testimonios cristianos antiguos que dicen que los conquistadores eran judíos y musulmanes. Muchos judíos se sumaron al ejército musulmán porque padecieron mucho durante los reinos visigodos.

¿Sólo entonces entran los judíos en España de forma masiva?

Me he preguntado a menudo por qué había tantos judíos en España y no en Francia o Italia, por qué había tantos judíos en el lugar geográficamente más alejado de Palestina. Es obvio que hubo algunos soldados y comerciantes que se convirtieron, como en Francia o Italia. Pero, ¿por qué de repente hay tantos judíos en España? Creo que la respuesta se ha de buscar en la conquista bereber de judíos y musulmanes. El conquistador Tariq ibn Ziyad pertenecía a la tribu Nafusa, la misma tribu de la reina Kahina. Si en 711 Tariq ocupó un puesto tan destacado, es muy posible que en 694 fuera un soldado en el ejército judío de Kahina. No puede ser de otra manera. Con gran seguridad Tariq era un judío que se convirtió al islam. Si se leen los testimonios antiguos, se ve que los cristianos acusan conjuntamente a los musulmanes y a los judíos de la conquista de España. Creo que es por eso por lo que el número de judíos en España es tan superior al número de judíos en Francia o Italia.

Entonces, ¿la mayoría de los judíos españoles provenían de los judíos bereberes conversos?

En efecto. Pondré otro ejemplo, el de los judíos de Yemen. También hubo un reino judío en Yemen durante 120 años, a finales del siglo V y principios del VI, una tribu que se había convertido al judaísmo.

Usted menciona también el reino de los jázaros, un pueblo originario de Asia central, que se convirtió al judaísmo.

Con los jázaros ocurre exactamente lo mismo: es el judaísmo, y no los judíos, el que se expande. La masa demográfica más numerosa es la de los jázaros. Es curioso que el sionismo reconoce la importancia de los jázaros hasta 1967, y después deja de ser una tesis legítima.

¿De los jázaros provienen los judíos ashkenazis de Europa?

Así es. Los mongoles expulsaron a los jázaros hacia Europa. No puede ser que los judíos de Polonia vengan de Alemania, porque en Alemania, en los siglos XII y XIII, apenas había unos cientos de judíos, y de ahí no se puede pasar de la noche a la mañana a tres millones de judíos en Polonia, es sencillamente imposible. Los judíos de Polonia, y de otros países de Europa oriental, sólo pueden venir de los jázaros. Todavía en 1961 hay un prestigioso historiador israelí que afirma que los jázaros son los antepasados de los judíos de Europa oriental. Entonces aún se aceptaba que no provenían de Alemania.

Su teoría es que la inmensa mayoría de los judíos de hoy no provienen de Palestina sino de otros pueblos que se convirtieron al judaísmo.

Así es. Pero hay otra cuestión importante: Si no hubo exilio en Palestina, si los romanos no expulsaron a los judíos, ¿qué les ocurrió a los judíos de Palestina? Hay muchos historiadores israelíes, incluidos Yitzhak ben Zvi, el segundo presidente de Israel, o David ben Gurion, que hasta 1929 afirman que los palestinos árabes son los verdaderos descendientes de los judíos. Esta tesis que sostuvieron los mayores sionistas se murió en 1929. Todavía en 1918 Ben Zvi y Ben Gurion escribieron juntos un libro donde se afirma que los palestinos son los auténticos descendientes de los judíos. Sin embargo, decir esto hoy es causa de escándalo.

El sionismo no lo acepta.

Es necesario comprender que hay dos versiones del nacionalismo, una del río Rin hacia Occidente y otra del Rin hacia Oriente. En todas partes se inicia el nacionalismo como un fenómeno racista etnocéntrico, pero en Occidente deriva hacia un movimiento político civil. En cambio, al Oriente del Rin prevalece su carácter etnocéntrico. En las dos partes hay racismo. En Francia, si tienes la nacionalidad francesa eres francés, gracias a los valores republicanos. Pero en Alemania, incluso aunque tengas la nacionalidad no eres necesariamente alemán. En Polonia, desde 1919, si no eres católico no eres polaco. El sionismo nació entre Alemania y Polonia y por eso recibió una forma medio alemana y medio polaca.

Pero un judío es el hijo de una madre judía.

Sí según la ley religiosa, pero para el sionismo el judaísmo es pueblo y nación. No se puede entrar pero tampoco se puede salir. Sólo se puede entrar si te conviertes religiosamente. El sionismo no era religioso pero utilizó la religión porque no disponía de otros instrumentos para delimitar el judaísmo. Mi tesis es que el sionismo asumió los componentes etno-religiosos de los polacos y etno-biológicos de los alemanes y creó una especie de nacionalismo cerrado, que no es político ni civil como fueron los nacionalismos occidentales.

¿Y cuál es su pronóstico de cara al futuro?

Al día de hoy el sionismo conserva su carácter etnoreligioso y creo que eso destruirá el Estado de Israel.

¿Por qué?

El Estado de Israel dice que es el Estado del pueblo judío y que es un Estado democrático y judío, y eso es un oxímoron, una contradicción. Un Estado democrático pertenece a todos sus ciudadanos. Una cuarta parte de los ciudadanos de Israel no son judíos, pero el Estado dice que pertenece sólo a los judíos. Hay leyes que dicen que el Estado es judío, y que el Estado no está abierto a los demás. El sionismo no reconoce a los “israelíes” no judíos y esto no puede continuar. Incluso si Israel sale de los territorios ocupados no habrá calma. Los árabes están viviendo en un Estado que dice que no es de ellos, en cuyo himno nacional se habla del “espíritu judío”. ¿Cuánto tiempo puede durar esta situación?

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