Esta circunstancia ha dificultado, en ocasiones, el paso por encima de las hogueras del más de un centenar de caballos, yeguas y burros, que son los auténticos protagonistas de esta costumbre que tiene una antigüedad superior a los dos siglos.
También ha dificultado el paso de los equinos la lluvia caída durante la jornada en San Bartolomé de Pinares, que ha provocado algunas caídas de los animales en el adoquinado de las calles.
El objetivo de este ritual era ahuyentar a los malos espíritus causantes de las epidemias que mataban a los animales de la zona, para lo que era imprescindible el humo purificador procedente de las hogueras.
Por ello, lejos de lo que muchos puedan pensar la primera vez que contemplan esta tradición, lo fundamental no es el fuego de las "luminarias", algunas de ellas enormes, sino el humo visible a kilómetros de distancia, gracias al trabajo realizado en los días previos por los vecinos de San Bartolomé.
Durante las últimas jornadas, muchos han sido los que se han acercado a los pinares más cercanos para recoger las escobas y los piornos que han sido quemados esta noche en la veintena de hogueras instaladas en las empinadas y adoquinadas cuestas de este pueblo que la noche previa a San Antón no duerme.
Pero para conseguir una atmósfera casi londinense, los vecinos del pueblo han arrojado previamente agua sobre las hogueras, de manera que el humo se ha impuesto a las llamas, cumpliendo su objetivo purificador.
Los defensores de esta tradición, cuestionada hace unos años por la Asociación Nacional para la Protección y el Bienestar de los Animales (ANPBA), sostienen que los animales no sufren ningún daño cuando pasan por encima de las hogueras.
Pese a las recomendaciones del Ayuntamiento, que aconseja a los jinetes no pasar por encima de las "luminarias", muchos de los dueños de los animales continúan haciéndolo con el apoyo de la gran mayoría del pueblo y los espectadores.
El público, cada vez más numeroso, se ha agolpado junto a las hogueras, lo que ha provocado momentos de cierto peligro para la integridad física de algunos espectadores.
La mayoría han podido captar a través de sus cámaras fotográficas y de vídeo algunos momentos de gran belleza plástica, dada la combinación de fuego, humo y animales en una noche mágica para San Bartolomé de Pinares.
A su paso por encima de las llamas, buena parte de los jinetes ha tapado sus rostro con pañuelos, al igual que el público reincidente en una de las primeras grandes tradiciones populares de la provincia de Ávila este año.
Cuando las "luminarias" se extingan a primera hora de la madrugada, los participantes descenderán de sus monturas y, junto al resto de los asistentes, aprovecharán los rescoldos para asar en ellos chorizo, morcilla, panceta y chuletillas, entre otros manjares con los que reponer fuerzas para seguir disfrutando de la noche.